De la Fotografía Documental a la Conceptual
AGOSTO FOTOGRÁFICO | 2017
Nuevos valores y propuestas
Ana Martín
Identidad: Relatividad I y II

La cultura dice, sólo dice. Somos nosotros los que decidimos hacer.
Todo es relativo. Y puede que tu identidad no sea para nada tuya.
Relatividad I
¿Quién eres? Eres tus sentimientos, eres a quién quieres y a quién no. Afectos y desprecios te definen, pero ¿los decides tú realmente? Desde el principio de la vida te dicen que ames y cuides a tu familia, a tus vecinos, a tus amigos, a tu nación, a los guapos y a los ricos…que desprecies a aquellos otros, que los olvides, los ningunees, los esclavices, los asesines. ¿Quién te hizo detestar a los de otros pueblos, a los de piel distinta, a los de culturas extrañas, a los de creencias que te decían equivocadas? ¿Quién te empujó a acabar con ellos, a matarlos, a exterminarlos? ¿De verdad son distintos? ¿De verdad eres tú distinto? O puede que lo único distinto sean esas ideas que te implantaron y aceptaste sin cuestionar. Te llenaron de sentimientos y pensamientos que ahora crees tuyos, pero no lo son.
Relatividad II
Un perro es tu familia, o puede ser el segundo plato. Quiere a tu gato, te dicen. Cómete al gato, se escucha en otro lugar. Las vacas son sagradas allí…o son explotadas de manera vil en aquella otra parte. Comer cerdo está prohibido para algunos, para muchos es un manjar, para otros es el querido compañero de piso. La cultura nos ha dicho qué animales son parte de la familia, de quienes nos alimentamos y a quienes torturamos sin compasión. ¿Quién te dijo que estabas por encima de los animales? ¿O te contaron que los que son sagrados están por encima de los hombres? ¿Te han dicho que tienen alma o que son sólo cosas? ¿Qué te han dicho? ¿Qué te dices tú?
Marieta Lainz
Los que se bañan en invierno

La soledad de la playa en invierno le invita a traspasar el umbral de la sola contemplación y ahondar en la unión con la naturaleza de la manera más inicial, en toda su pureza. Son escasas las personas que frecuentan los extensos caminos de las dunas y arenales; pocas son las que se extasían con el inmenso y lejano horizonte, con la rompiente de las olas en la orilla, con el olor del salitre y la arena húmeda, con el silencio astral de las puestas del sol. Son raras, pero todas se sienten allegadas entre si y se reconocen unidas en la leve luminosidad invernal del cielo sobre el mar.
Texto: Fernando Zamanillo
Julio Muñoz
Acogidos

A veces en la vida existen los universos paralelos donde nos refugiamos para recuperar fuerzas y seguir en el camino. Acogemos en nuestro interior la serenidad que necesitamos, la ilusión que se va perdiendo, la pasión que se va difuminando y entonces… es cuando aparecen “ellos”.
Son los ángeles que llegan para quedarse, no son “mascotas”, entran a formar parte de nuestro día a día y se convierten en familia. Rescatados, acogidos, adoptados… ellos son miembros importantes en nuestro mapa emocional. Recorren cada fibra de nuestro ser y ponen nuestra vida “patas arriba”. Es difícil resistirse a su mirada, a sus juegos, a su amor ingenuo y libre; nos hacen mejores, no nos juzgan y se tornan en una parte esencial de nuestra existencia. Son amigos, acompañantes… cada uno llega a nosotros con una misión porque, aunque no nos demos ni cuenta, ellos saben a qué han venido. Es la magia del amor incondicional.
Mira en sus ojos. Ahí habita la inocencia, esa que los humanos vamos perdiendo y casi nunca recuperamos.
A veces en la vida existen los universos paralelos.
Texto: Gema Rebolledo Bolado (S.C.E, Galgos 112)
Marina Nieto
Palabras enfermas

Repetidas, sensibles, cansadas, mal empleadas, enfermas. Sin vida.
Palabras que enferman con el paso del tiempo y aun moribundas, cuando solo percibimos una parte de su contenido, cuando no nos llenan la boca. Son pura sensibilidad. Palabras desapercibidas que caen en el olvido sin compasión alguna, consideradas obsoletas por creer que ya no representan nuevos pensamientos. Sin embargo, son ellas, las que, en su esencia, con su contenido y significado bien empleado saben condensar nuestras ideas, sentimientos o decisiones y que lejos de apagarse y morir lentamente deben brillar cada vez que unos labios la pronuncian.
Lo obsoleto es pensar que cualquiera de estas imágenes vale más que mil palabras. Ya quisieran mil imágenes poder valer algo sin una palabra, sin salir de unos labios. Sin vida.
Qué son las fotografías sino la burda manera de expresar los sentimientos que no sabemos pronunciar, si no encontramos la palabra adecuada porque la dejamos morir.
Y ahora qué, que hago sin ti, palabra enferma, si mis fotografías no van de la mano de lo que expresan no tienen vida.