Fragmentos del territorio. Fotografías del sentimiento

PHOTOART FESTIVAL 2018

Fragmentos del territorio. Fotografías del sentimiento

Feliciano López Pastor

En esta ocasión hemos preferido invitar a un número amplio de fotógrafos/as con diferentes planteamientos conceptuales, para que desde un espacio de libertad y sin una temática concreta qué, a diferencia de un encargo profesional, ellos mismos han podido determinado, se ha definido, de esta manera, los contenidos y temáticas de la edición.

Insistimos en que se trata de trabajos que tiene que ver con algo siempre pensado pero nunca hecho, aunque hayan estado en la memoria creativa de hacerlos. Proponemos que sea algo personal guardado en un cajón, y que por su carácter personal, nunca ha vistó la luz, ni ha sido observado. Es o consiste en una oportunidad para mostrar lo no mostrado.

Al ser un planteamiento inicial que implica a los autores/as en una fotografía que ha quedado en forma de proyecto, los temas que ellos/as han elegido nos va a permitir visualizar unos trabajos que son fruto de cierta carga emocional, cuando no sentimental.

Les hemos invitado en el fondo a tener que enseñarnos ciertos secretos fotográficos. Por estas razones, nos encontramos ante una edición del festival, en la que los autores/as que han sido llamados a participar, son los que han marcado los propios contenidos. Pero también, desconociendo lo que los demás van a presentar.

Para la organización del Festival, supone un cierto interrogante al no poder definir con antelación cual van a ser la/s temática/s o el hilo conductor de los diferentes contenidos. Sin embargo, nos parece una juego interesante intervenir lo mínimo desde la organización y facultar el máximo de protagonismo a los participantes, en la medida que van a ser ellos/as los auténticos artífices de la propuesta global.

A nosotros nos toca hilar más fino que antes y buscar en la ordenación o no de los diferentes espacios del CNFOTO, la mejor ubicación posible para propiciar la mejor lectura de los contenidos de los trabajos y/o temáticas. A fin de buscar, no sabemos de qué forma, ese hilo conductor que debe establecer el lazo de los diferentes tiempos creativos y sus correspondientes cargas sentimentales.

Quizás lo que buscamos sea eso, una edición en la que lo que puedan apreciar los espectadores sean las emociones ocultas o los sentimientos encontrados en el territorio a modo, éste, de teatro de operaciones de la vida. Y que como cada persona es un mundo, en este caso cada fotógrafo/a nos traerá su propio mundo interior.

Nosotros nos hemos limitado, en esta ocasión, a contarles a los autores/as el preámbulo de este texto.

Belén de Benito

Origen

Fotografía de Belén de Benito

Origen. Aún recuerdo mi origen. Lo tenía olvidado. Mis hijos me han enseñado el camino de vuelta a casa. De su mano he vuelto a encontrar aquello que dejé hace muchos años atrás. Y que nunca debí abandonar. La senda que te lleva al bosque de los sueños abandonados. Ellos me han enseñado aquello que desaprendí. Me lo han susurrado al oído con su mirada. La felicidad más absoluta del todo habita, precisamente, en la nada. En lo sencillo. En lo esencial.

Pisar el suelo descalza. Saltar charcos. Caminar de la mano. Abrazar. Buscar el olor del cuello de la persona amada. Olor a madre. Olor a hogar. A seguridad. A casa. Suspirar de tranquilidad. Volver a los paisajes de mi infancia. A las montañas. Al río. Al bosque. Encontrar el Norte. Mi Norte. Contemplar las estrellas tumbada sobre la hierba. Mirar hacia el cielo para después cerrar los ojos e imaginar. Saltar en los charcos. Cazar mariposas y dejarlas volar. Buscar a los grillos en sus madrigueras. Sentir los topos bajo la tierra. Nadar en el río. Correr entre los maizales. No pensar. Dejarme llevar. No contar las horas, ni los minutos, ni los segundos. Salir bajo la lluvia. Cerrar los ojos. Notar el agua sobre mi piel. La cabeza. El cuello. Los brazos. Hasta los pies. Sentir el frío. Descalza. Y andar. Notar la tierra húmeda. Calada hasta los pies. Calada hasta los huesos. Calada hasta el alma. Y girar. Girar. Hasta que ya no puedo más. Y me dejo caer. Y miro hacia arriba. Hacia el cielo. Y sonreír. Para luego reír hasta llorar. Sencilla felicidad.

Origen. Aún recuerdo mi origen. Memoria que ellos, sin ser conscientes, han recuperado para mí. Memoria que yo, sin ser consciente, voy ahora atesorando para ellos. Y lo hago de la mejor forma que sé. A través de fotografías. Imágenes que hablan de silencios. Piel. Lugares. Paisajes. Momentos efímeros y únicos. Su tiempo pausado. Nuestro tiempo pausado. La mejor herencia que les podré dejar. Sin poses. Sin artificios. La vida tal cual sucedió. A veces feliz. A veces triste. A veces luz. A veces Oscuridad. Su vida. Nuestra vida. Mi origen. Su origen.

eldiecisiete.com

Iñaki Izquierdo Muxika

Tiempo de silencio. Las celdas de Vega de Pas

Fotografía de Iñaki Izquierdo Muxika

Las imágenes que ahora se exponen, forman parte de un proyecto más amplio cuya temática pertenece a los espacios que el individuo genera y que el tiempo condena al desuso, los deshabita y solo nos deja la impronta de lo que fueron, los ecos de las palabras dichas, la huella de la materia sin alma.

Lugares que ya cumplieron su cometido albergando industrias, rincones de domingo o dando forma a la efímera casa del hombre.

Cuatro fotografías, cuatro celdas carcelarias como representación de los barracones que, a ambos lados de aquella obra de ingeniería, albergaron a los presos republicanos de la postguerra, trabajadores forzosos en la construcción de un túnel ferroviario que no llevaría a ninguna parte.

El túnel de La Engaña, fue en su momento el más largo que hubo en España, 6.976 metros, que formaba parte del ambicioso proyecto de un ferrocarril que uniría Santander con Sagunto (Valencia). La cara norte del túnel se abrió en Vega de Pas, la parte cántabra; hasta la boca sur en Pedrosa de Valdeporres, ya en tierras burgalesas. La perforación duró 8 años, entre 1951 y 1959, el doble de lo previsto, aunque desde 1941 se venía trabajando en los viales, estaciones y otros túneles menos relevantes.

Iñaki Izquierdo (Sestao 1965), fotógrafo documental, cuyas imágenes priorizan la presencia del elemento humano, aborda esta serie retratando el tiempo y el olvido, haciéndonos sentir la presencia de lo ausente en el más puro estilo “pessoano”.

Y lo hace desde la economía, desde la síntesis en cuatro imágenes de aquel suceso histórico, añadiendo así un guiño conceptual al conjunto de la obra.

Esta exposición, que apremia al espectador a reflexionar sobre la condición humana y lo efímero de la vida, también nos invita, desde la húmeda desnudez de las celdas retratadas, a meditar sobre aquel largo y oscuro tiempo de silencio.

Texto: Manuel Sonseca

Jesús Llaneza

Rincones de arena

Fotografía de Jesús Llaneza

Jesús Llaneza Nicolás (Madrid, 1949) fotógrafo profesional durante más de 30 años desarrollando su trabajo en múltiples especialidades fotográficas con especial dedicación a la fotografía industrial, arquitectura y reproducción de obras de arte. Actualmente está volcado en su obra personal y creativa, enfocada fundamentalmente en una de sus pasiones, el paisaje. Una parte importante de sus fotografías están realizadas en Cantabria y especialmente en Laredo, pueblo donde transcurrió parte de su adolescencia y donde vuelve siempre que puede.

Las fotografías de esta exposición son una secuencia de un día en la playa de Laredo desde las dunas, protagonistas fundamentales de la fisonomía de esta playa y que estuvieron a punto de perderse por el gran temporal de 2014.

El paisaje refleja, en la luz cambiante a lo largo del día, la fuerza y el misterio del Cantábrico. En resumen, la naturaleza en todo su esplendor.

El fotógrafo espera con esta exposición compartir con los visitantes sus emociones ante la visión de estos bellísimos paisajes.

Juncal Sordo

Torrelavega, entonces y ahora. La fusión del tiempo

Fotografía de Juncal Sordo

Me gusta mi ciudad, Torrelavega. Cuando paseo por sus calles y veo sus actuales edificios, plazas y ciertos rincones emblemáticos, comparo “el entonces y el ahora” de mi ciudad a través de la lente del tiempo.

Esta forma de ver me permite establecer una comunicación entre las imágenes, convirtiéndose en el vehículo de emociones y sentimientos profundos al recordar a mis antepasados en aquellas fotografías, y personas afines a los mismos.

Lo que ha hecho es implicarme a la hora de refotografiar nuestra ciudad y buscar la relación entre el ayer y el hoy fusionado en una misma toma. Mi intención es la de permitir establecer dos fechas en un mismo tiempo. Comparar el ayer y el hoy con sus cambios y diferentes formas de vida. Las prisas del tiempo actual con lo ritmos del pasado. Los distintas formas de los vehículos y las, también, diferentes formas que tenían en el pasado. El pavimento junto a edificios que fueron y hoy han sido sustituidos por otros o han sido eliminados por nuevos trazados urbanos. En fin, un juego entre la nostalgia y el recuerdo de un pasado con los modos actuales de vida.

Las imágenes antiguas han sido facilitadas del archivo Bustamante Hurtado.

Lucía Laínz

Ciudad Inmutable

Fotografía de Lucía Laínz

En el lenguaje coloquial la noción de inmutable se asocia a algo que no ha cambiado en mucho tiempo o que es muy difícil de cambiar. Y así es como veo yo mi ciudad o algunos aspectos de ella que a pesar del paso de los años permanecen inalterables. Lugares, personas o situaciones en las que el tiempo parece haberse detenido. Mantienen su esencia inmunes a los cambios que se producen a su alrededor. Porque el carácter de mi ciudad no es proclive a los cambios. Puedes irte fuera tanto tiempo como quieras, pero sabes que al volver siempre encontrarás estos lugares auténticos, que van superando el implacable paso del tiempo con la solidez digna de un roble.

Y no es nostalgia, es que me gusta que se cuide y se conserve la belleza de estos lugares. Me duele en el alma que se derriben las viejas casas y sean reemplazadas por otras más grandes, pero sin encanto ni personalidad alguna. Y no entiendo que talen arboles centenarios o que alteren el paisaje de nuestra costa.

Con este proyecto que hoy presento en esta sala solo quiero mostrar aquellos aspectos de mi ciudad que inmutables nos hablan con palabras de piedra y madera, porque no conocen ni quieren conocer el plástico. Testimonios de otras épocas dignos de conservación porque son patrimonio y memoria silenciosa de nuestra ciudad, una sociedad que solo sabe desechar lo viejo, que no ama su patrimonio, es una sociedad sin memoria y sin futuro.

Pablo Hojas Cruz

Luz de día. 15 Retratos UIMP

Fotografía de Pablo Hojas Cruz

Conocí a Pablo Hojas en el Palacio de la Magdalena, en Santander y en verano, cuando un buen día se presentó, y, sin decir apenas nada, me agarró del brazo, me subió a una habitación del ático convertida en estudio, y me sentó en una butaca sobre la que caía un haz de luz directamente del cielo. Quería retratarme casi por sorpresa, deduzco ahora, sin darme tiempo a tomar una posición, a adoptar una pose, para que la imagen fuera algo fresco, espontáneo, distinto de tantas otras imágenes. Y creo que lo consiguió porque aquellos retratos en los que, a decir verdad, yo nunca tuve la sensación de estar siendo retratado, ni siquiera observado, reflejaban mucho más que un estado de ánimo: cuando los miro ahora se perfectamente que soy yo, me veo dentro de mi mismo, envuelto en esa profunda extrañeza por la vida en la que tan frecuentemente me recreo y reconozco.

Texto: Ignacio Carrión.

Pablo Madariaga

Miera

Fotografía de Pablo Madariaga

De las bajamares del Embarcadero del Rey a las densas nieblas del glaciar de Lunada.

Atravesando las hierbas altas de la rivera soleada.

Mi adolescencia se calma bajo los arboles de Cubas.

De norte a sur, viajando en el tiempo, los veranos más amados secan el salitre al sol.

Más adelante, entre curvas y riscos culmina la tarde; en desiertos portillos de belleza eterna.

La vida se deshace en mi playa para volver a nacer en cielo.

Santiago A. Sagredo

Historias en un Zoo

Fotografía de Santiago A. Sagredo

Se trata de “paisajes” desarrollados a partir de los límites que el ser humano impone a un mundo “animal”, tal vez como alegoría de un mundo supuestamente humanizado que a su vez contempla innumerables barreras y fronteras. Un relato fotográfico de gran complicidad emocional y una mirada atenta que registra un paisaje habitado por animales encerrados, pleno de límites y cercados que les aíslan y marginan, en un proceso ajeno a sus propias existencias libres y salvajes. Imágenes que observan el itinerario múltiple y dinámico de lepidópteros, aves o simios, dentro de un territorio carente de otras perspectivas que no sean las marcadas por las fronteras metálicas o acristaladas de sus celdas de exclusión. No obstante ellos resplandecen en ese entorno de enclaustramiento, realizando sus propios torbellinos de armonía y belleza, como si fuera imprescindible el espectáculo de su vitalidad intuitiva. El observador se asombra ante las elegantes mariposas o el ilusionado vuelo corto de unas aves sin apenas espacio aéreo. Los ojos se intrigan ante las cabriolas divertidas de un hábil orangután -Silvestre-, capaz de convertir una desarbolada caja de cartón en una veleta que ondea libre al viento, desde un pedestal donde puede observar la lejana frontera de los lugares abiertos. Este mundo es fotografiado como un fenómeno de singularidad animal. Sus detalles se plasman en imágenes para recordarnos la presencia sensible de todo cuanto nos rodea, el argumento existencial que narra la sutil esencia de la naturaleza.